En una sociedad a menudo transida de negatividad, una institución, en Alcorcón, abrió sus puertas a la positividad. El Colegio Virgen del Remedio alzó su voz el 4 de octubre de 1971, y la sigue alzando hoy, para decir ¡sí!; un firme y contundente, un sin ambages. El del Colegio Virgen del Remedio continúa sonando alto y claro, pero si no detalláramos su verdadero alcance, lo cual es tanto como decir a qué y a quién abre sus puertas, estas líneas serían insuficiente.

 

Sí a la comunidad, sí a la familia. Desde la llegada al Parque de Lisboa de aquel primer grupo de seis Trinitarias, este Colegio ha permanecido vinculado a la vida comunitaria del barrio. Un vínculo que se ha ido fortaleciendo día a día a través de un hacer incansable que ha convertido esta institución en una segunda familia para muchos niños, como ellos expresan.

Hacer, hacer, hacer…, pero siempre de la mano de las familias, de la gente del barrio, compartiendo sus preocupaciones y haciéndose cargo de sus necesidades. Es de este modo, como en el marco de una genuina Acción Pastoral, los lazos entre el Colegio y la comunidad se han ido estrechando.

Abren la Escuela de madres, donde se refleja el anhelo de trabajar en unidad el colegio y la familia.

Ceden sus instalaciones a la Diócesis para una Escuela de Teología, la Catequesis de las Parroquias, Ligas deportivas entre colegios y parroquias, etc.

Es un no cruzarse nunca de brazos, un hacer permanente al que no le ha dado pereza coger la mochila y el saco de dormir para acudir a los numerosos campamentos, convivencias y campos de trabajo organizado por toda la geografía española por el Grupo Juvenil Agápolis. Hoy tiene su continuidad con el Grupo Scout Libertas.

Su mirada está puesta en los menos favorecidos. Por ello celebran la Fiesta Misionera, la Campaña contra el hambre, los mercadillos y el bocadillo solidario, el Domund, la Jornada escolar de la Paz y la no violencia, etc.

 

Sí a una formación integral del alumno. Conforme a la concepción cristiana de la persona, de la vida y del mundo, el Colegio Virgen del Remedio lleva a cabo una formación integral del alumnado que favorece su participación en la transformación y mejora de nuestra sociedad. De nuevo, aflora aquí el sólido engarce con lo colectivo que nos aleja del individualismo, y del egoísmo tan proclive a decir no. Y es necesario señalar que para esta ingente y compleja labor formativa, la cooperación de cuantos participan de la identidad del Centro resulta del todo imprescindible; desde la Dirección Titular hasta el PAS (Personal de Administración y Servicios), desde los trabajadores del comedor hasta el profesorado de Infantil a Bachillerato, desde servicio de limpieza hasta la Asociación de Madres y Padres de Alumnos (AMPA), cuya tarea en aras de la educación de sus hijos se plasma de manera muy especial en su colaboración en las actividades complementarias y extraescolares, entre las que cabe destacar los actos culturales y deportivos, la Semana Cultural, excursiones, o el Festival de fin de curso.

Cada miembro de este nutrido cuerpo es indispensable para la formación integral del alumno; en el quehacer diario de todos ellos se deslizan, casi de un modo cadencioso, los valores que tan entretejidos están en la concepción cristiana antes referida. Así, cuantos trabajan con denuedo en el Colegio Virgen del Remedio actúan como portadores y transmisores de valores como el respeto al prójimo y al entorno, la responsabilidad, la honradez, la sencillez y la humildad, o el servicio desinteresado a los demás.

 

Sí a la tradición, sí al futuro. No se comprendería la proyección del Colegio Virgen del Remedio si los conceptos tradición y futuro se considerasen contrapuestos, y no como la impronta de lo vivido que concede el soporte necesario para encarar el porvenir. Los cerca de 50 años del Colegio trabajando en la educación han ido formando un sedimento estable, un depósito de experiencias que al fin constituyen su tradición. Ésta, siempre fiel a la concepción cristiana de la persona, preserva del relativismo en todas sus manifestaciones y confiere la seguridad suficiente para afrontar el futuro, ante el cual nos hemos propuesto un gran reto: conocer y vivir en profundidad nuestra  Misión, Visión Valores. Para lograrlo, se necesita el concurso de cuantos actúan como agentes, a todos los niveles, en la formación integral del alumnado.

El colegio vive una incuestionable naturaleza confesional, que da sentido a su quehacer diario. Del barrio que las primeras Hermanas encontraron en el 1971 al que encontramos hoy, existe una gran diferencia, en esta transformación seguro que algo ha tenido que ver la labor generosa de las Trinitarias, desde su Carisma liberador.